sábado, 20 de agosto de 2016

Con el rabo entre las patas





Actualmente me encuentro trabajando en los primeros capítulos de la segunda parte, esto sin dejar de lado la revisión. Vuelvo a leer el producto cada que tengo oportunidad y me doy cuenta de que tal idea sonaría mucho mejor si sustituyera ciertas palabras, o dado el caso, eliminar ideas completas. No me cuesta trabajo presionar el suprimir. Leo, releo y si no me convence del todo, eso se tiene que ir.

¿Alguna otra cosa?
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Capitulo 4 aquí

martes, 9 de agosto de 2016

Cano de Luna: el Profesor



Epígrafes; una parte importante de mi proyecto fue la idea de agregar un epígrafe poético por cada capítulo. Para esto me encuentro leyendo poesía como nunca. Lógicamente estos deben embonar. 

Todavía hay algunos capítulos, como este, que no lo tienen, pienso que no debería detenerme tanto en ellos sino seguir escribiendo.

Poco a poco los voy encontrando.

jueves, 4 de agosto de 2016

Apuntes sobre Aspectos de la novela II



Definamos el argumento. Hemos descrito la historia como una narración de sucesos ordenada temporalmente. Un argumento es también una narración de sucesos, pero el énfasis recae en la casualidad. Una historia es: "El rey murió y luego murió la reina". Un argumento es: "El rey murió y luego la reina murió de pena". Se conserva el orden temporal, pero se ve eclipsado por la sensación de causalidad. O también: "La reina murió, nadie sabía porqué, hasta que se descubrió que fue de pena por la muerte del rey". Este es un argumento con misterio, forma que admite un desarrollo superior. Suspende el orden temporal y se distancia de la historia tanto como lo permiten sus limitaciones. Consideremos la muerte de la reina. Si es una historia, preguntaremos: "¿Y luego, qué pasó?" Si es un argumento, preguntaremos: "¿Por qué?" Esta es la diferencia fundamental entre estos dos aspectos de la novela.

...

La memoria y la inteligencia se hallan íntimamente relacionadas, pues sin recordar no podemos entender. Si cuando muere la reina hemos olvidado la existencia del rey, nunca descubriremos lo que causó su muerte. El argumentista confía en que nosotros recordemos y nosotros esperamos de él que no deje cabos sueltos. Cada acto o cada palabra del argumento deben contar; la trama debe ser económica y sucinta; incluso cuando es complicada debe ser orgánica y estar exenta de materia inerte. Puede ser difícil o fácil, puede -y debe- albergar misterios, pero no debe confundir.

Edward Morgan Forster