jueves, 4 de agosto de 2016

Apuntes sobre Aspectos de la novela II



Definamos el argumento. Hemos descrito la historia como una narración de sucesos ordenada temporalmente. Un argumento es también una narración de sucesos, pero el énfasis recae en la casualidad. Una historia es: "El rey murió y luego murió la reina". Un argumento es: "El rey murió y luego la reina murió de pena". Se conserva el orden temporal, pero se ve eclipsado por la sensación de causalidad. O también: "La reina murió, nadie sabía porqué, hasta que se descubrió que fue de pena por la muerte del rey". Este es un argumento con misterio, forma que admite un desarrollo superior. Suspende el orden temporal y se distancia de la historia tanto como lo permiten sus limitaciones. Consideremos la muerte de la reina. Si es una historia, preguntaremos: "¿Y luego, qué pasó?" Si es un argumento, preguntaremos: "¿Por qué?" Esta es la diferencia fundamental entre estos dos aspectos de la novela.

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La memoria y la inteligencia se hallan íntimamente relacionadas, pues sin recordar no podemos entender. Si cuando muere la reina hemos olvidado la existencia del rey, nunca descubriremos lo que causó su muerte. El argumentista confía en que nosotros recordemos y nosotros esperamos de él que no deje cabos sueltos. Cada acto o cada palabra del argumento deben contar; la trama debe ser económica y sucinta; incluso cuando es complicada debe ser orgánica y estar exenta de materia inerte. Puede ser difícil o fácil, puede -y debe- albergar misterios, pero no debe confundir.

Edward Morgan Forster



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