Era Olga... ¿o era Nadia?
Ustedes no están para saberlo ni yo para contarlo, pero cada vez que encuentro un epígrafe para la novela me da un montón de gusto.
Es como encontrar una moneda en la bolsa del pantalón que ya no habías usado. Pero no estoy aquí para hablar de pantalones ni de monedas, sino del momento en que la puerca tuerce el rabo.
Capítulo 12
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