jueves, 23 de junio de 2016

Tres tristes tazas




Eureka, creo que ya descubrí la forma de subir archivos de texto al Blog.
Creo que habilité la opción de hacerle comentarios así que háganlos.

Si hay problema con el enlace, favor de hacérmelo saber. 

Enlace

miércoles, 15 de junio de 2016

Apuntes sobre Aspectos de la novela I

¿En qué se diferencian las personas de una novela de las personas como el novelista, como usted, como yo o como la reina Victoria?

Tiene que haber una diferencia: si un personaje de una novela es idéntico a la reina Victoria, entonces es que la reina Victoria, y la novela, o todo lo que toca el personaje, se convierte en un libro de memorias...

Al historiador le interesan las acciones; los personajes humanos solamente le interesan en la medida en que pueden deducirse de sus acciones. Le preocupa tanto el personaje como al novelista, pero sólo puede conocer su existencia cuando se manifiesta exteriormente... 

La función del novelista es revelar la vida interior en su origen: decirnos de la reina Victoria más de lo que podíamos haber sabido, produciendo un personaje que no es la histórica reina Victoria.
Ese interesante y sensible crítico francés que escribe bajo el seudónimo de Alain afirma que todo ser humano posee dos facetas, una apropiada para la Historia y otra para la ficción.
Todo lo observable en un hombre -es decir, sus acciones y la existencia espiritual que se deduce de sus acciones- pertenece al dominio de la Historia, pero su faceta novelesca o romántica abarca "la pura pasión, es decir, los sueños, gozos, penas y autoconfesiones que la educación o la vergüenza le impiden expresar" y el mostrar esta faceta de la naturaleza humana es una de las principales funciones de la novela. 

Edward Morgan Forster

miércoles, 8 de junio de 2016

Por las ramas



Estoy por terminar con El barón rampante de Italo Calvino, la historia del chico que en su berrinche se trepa a un árbol para no volver a poner un pie en la tierra.
Contrario a lo que podría pensarse resulta más útil arriba de lo que pudo haber sido abajo, además se vuelve una persona bien preparada: sabe cazar, conoce de libros, organiza una patrulla antiincendios, en fin, todo un estuche de monerías.
El personaje es autosuficiente y solidario, mira por el bien común.

Ahora bien, mi personaje no sabe cazar ni le interesa el bien común, (al menos no tanto como el propio), y parece el tipo de persona que podría desatar un incendio en cualquier instante.

La novela retoma su curso.

También he estado apropiándome de mayor acervo poético, ahora por cada tres libros que saco de la biblioteca procuro dejar un espacio para la poesía. Lo último que he leído: algo de Efraín Huerta, que siempre me ha gustado, y un tumbaburros de Ezra Pound. Me llama la atención que este último haya pasado parte de su vida en un manicomio. A veces hago trabajo de investigación, por ejemplo hay una parte en la novela donde hablo sobre relaciones entre escritores; me avoqué sólo a las parejas que fracasaron. Las relaciones bonitas, perdurables ¿a quién le interesan?
Tal ves pueda averiguar algo sobre Pound que me sea de provecho.

También estoy leyendo la poesía de Paul Auster y tengo que decirlo: no me fascina tanto como su narrativa. ¡Ah! casi lo olvido, estoy bien metido entre las páginas del autor cuyo estilo me ha dado un nuevo impulso: Así es como la pierdes de Junot Díaz.

En tanto siga escribiendo la novela y encuentre la forma de adjuntar archivos de texto en el Blog, próximamente la estaré compartiendo.

domingo, 5 de junio de 2016

Hormigas en miel



Breve lista con las cosas que no me dejan escribir:


  1. Beber. Aunque a veces sirve por lo general no es de gran ayuda. Si empiezo un día necesito dos o tres. Ni hablar de tomar un libro cuando estoy crudo. Las palabras se vuelven hormigas atrapadas en un derrame de miel. 
  2. Nuevas ofertas de trabajo. Menos tiempo libre. Mayor carga horaria.
  3. Facebook. ¿Qué hago ahí? nada, perder el tiempo. Ya ni siquiera me hace reír.
  4. La televisión. Me gusta Investigation Discovery. Puedo verlo durante horas hasta que mi esposa viene y dice: "ya tienes mucho rato viendo ese canal, mejor hay que cambiarle".
  5. Dormir. Cosa que a veces resulta útil.

Recuerdo aquélla crónica sobre un libro que se cocinaba en el underground: la historia de un vagabundo con título universitario que se traía en manos la historia oral de no sé qué tantos. El tipo de libro que cambiaría la forma de hacer las cosas, una empresa de titanes. Lo curioso era que siempre que le pedían mostrar sus avances para darles revisión, el autor, que era un excéntrico, daba mil pretextos, se portaba evasivo.
El periodista descubre a final de cuentas que no existe tal libro, el escritor deliraba con todo lo que pudo haber escrito, cosa que nunca hizo. 

Dios me libre.
Por lo pronto la novela avanza como un pony pastando en el zoológico, hay que hacerla correr como un potro desbocado.