miércoles, 8 de junio de 2016

Por las ramas



Estoy por terminar con El barón rampante de Italo Calvino, la historia del chico que en su berrinche se trepa a un árbol para no volver a poner un pie en la tierra.
Contrario a lo que podría pensarse resulta más útil arriba de lo que pudo haber sido abajo, además se vuelve una persona bien preparada: sabe cazar, conoce de libros, organiza una patrulla antiincendios, en fin, todo un estuche de monerías.
El personaje es autosuficiente y solidario, mira por el bien común.

Ahora bien, mi personaje no sabe cazar ni le interesa el bien común, (al menos no tanto como el propio), y parece el tipo de persona que podría desatar un incendio en cualquier instante.

La novela retoma su curso.

También he estado apropiándome de mayor acervo poético, ahora por cada tres libros que saco de la biblioteca procuro dejar un espacio para la poesía. Lo último que he leído: algo de Efraín Huerta, que siempre me ha gustado, y un tumbaburros de Ezra Pound. Me llama la atención que este último haya pasado parte de su vida en un manicomio. A veces hago trabajo de investigación, por ejemplo hay una parte en la novela donde hablo sobre relaciones entre escritores; me avoqué sólo a las parejas que fracasaron. Las relaciones bonitas, perdurables ¿a quién le interesan?
Tal ves pueda averiguar algo sobre Pound que me sea de provecho.

También estoy leyendo la poesía de Paul Auster y tengo que decirlo: no me fascina tanto como su narrativa. ¡Ah! casi lo olvido, estoy bien metido entre las páginas del autor cuyo estilo me ha dado un nuevo impulso: Así es como la pierdes de Junot Díaz.

En tanto siga escribiendo la novela y encuentre la forma de adjuntar archivos de texto en el Blog, próximamente la estaré compartiendo.

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